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LOS JÓVENES DEL MUNDO FRENTE A LA CRUZ


Durante el pasado mes de julio se produjo en Cracovia (histórica ciudad al sur de Polonia) la ya tradicional Jornada Mundial de la Juventud (WYD por sus siglas inglesas), el mayor encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa. Este evento fue impulsado por San Juan Pablo II en 1986, dando inicio al encuentro que se ha dado en diferentes ciudades europeas, americanas y oceánicas. En España se ha celebrado dos veces, Santiago de Compostela 1989 y Madrid 2011.

En la JMJ de Cracovia el Papa Francisco se dirigió a los jóvenes con un mensaje de ánimo llamándoles a la acción. La frase más recordada, no quiero jóvenes de sofá, ha sido la base del espíritu de los jóvenes a no quedarse quietos y a transmitir su Fe.


Esta JMJ ha sido un elemento de unión intercultural, al oponerse al tópico de que las religiones separan y cierran fronteras. Personas de países remotos, jóvenes venidos de Nueva Zelanda, de Corea, de China, de la India, de Siria, de Israel, de Senegal y de muchísimos otros países con dificultades han convivido en armonía con otros europeos y norteamericanos. El Papa argentino ha impulsado a miles de sudamericanos. Dos millones y medio de personas en el mismo evento, algo impensable pero que ahí está.


El fondo, como otras veces, ha sido Polonia, un país que ha pasado por los peores regímenes, que ha sido conquistado y vuelto a conquistar a lo largo del tiempo; pero que permanece más fuerte aún, sustentado por el amor de una población de la que el noventa por ciento se declara católica.


Recuerdo del pasado, coraje para el presente y esperanza para el futuro, así se cerró esta JMJ que a la vez abre el camino de la juventud a la evangelización y a la vida en Cristo


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